A cambio, la joven regio tuvo que producir y enviar recursos que esas potencias necesitaban. Esto perjudicó las reservas naturales y la agricultura local debido al monocultivo de productos.
Gran Bretaña envió agentes mercantiles para que consiguieran los comercios locales más lucrativos y, así; supeditar la economía americana a la desarrollada.
La corona británica se aprestó a reconocer a las nuevas naciones como repúblicas, al grado de firmar tratados de amistad, comercio y navegación con ellas.
Los extranjeros compartieron interés económicos en la región, después de la guerra civil estadounidense su poderíos desplazó poco a poco a Gran Bretaña y a las demás naciones europeas.
Los ingleses formalizaron colonias en Honduras Británicas, para lo cual atentaron contra la soberanía de Guatemala y se apropiaron de parte de su territorio. También se asentaron en la Guayana y en islas antillanas.
Francia y Holanda también aumentaron su presencia en las Guayanas y en islas del Caribe.
Entre 1847 y 1848, Estados Unidos aumentó su territorio a costa de México. La anexión de Texas a la Unión Americana a mediados de 1846 fue el pretexto para la declaración de guerra entre ambos países.
La falta de recursos económicos y las disputas intestinas hicieron que la derrota mexicana fuera inevitable. El 14 de Septiembre de 1847 los extranjeros izaron la bandera de su país en pleno zócalo de la capital. En 1848, la guerra terminó con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo.
Benito Juárez decidió suspender los pagos de la deuda externa con Inglaterra, Francia y España. En la llamada convención de Londres, las potencias conformaron una alianza tripartita para exigir los pagos correspondientes.
Después de arduas negociaciones, España e Inglaterra se retiraron conformes con la promesa de pago. Sin embargo, las intenciones del gobierno de Napoleón III eran distintas, y los franceses invadieron México.
El ejército liberal y el gobierno itinerante de Juárez derrotaron en 1867 al ejército de Maximiliano.
Al finalizar la Guerra de Secesión, el expansionismo estadounidense continuó. En 1867, Estados Unidos compró Alaska a Rusia y estableció asentamientos en islas de Samoa y Hawái, en el Pacífico.
Theodore Roosevelt, creó un estado protegido en Panamá para controlar su canal. Los países centroamericanos requerían de tutela, e incluso llegó a cobrar impuestos aduaneros en la zona o dar “protección militar”.
Lo que en principio fue una alianza con las clases altas de los países centroamericanos, se convirtió en una hegemonía de los estadounidenses.
Entre los siglos XIX y XX persistieron los intereses de Estados Unidos en el continente americano. La diplomacia y la invasión abierta fueron dos caras de la misma moneda, antes y durante la Revolución Mexicana de 1910.
El embajador estadounidense Henry Lane Wilson participó en la conspiración encabezada por Victoriano Huerta para dar el golpe de estado contra el gobierno de Francisco I. Madero en 1913.