1.- Un capitalismo más “reflexivo” caracterizado por una mayor complejidad, incertidumbre, riesgo y cambio económico, social, político y cultural.
Se cuestiona la naturaleza inclusiva y sostenible del crecimiento territorial y del desarrollo.
2.- Estructuras de gobierno evolucionan hacia sistemas multinivel -que trabajan a través y entre escalas locales, regionales, subnacionales, nacionales y supranacionales-. Dominan la gobernanza del desarrollo local y regional en forma de “partenariados”.
4.- Los debates sobre el desarrollo local y regional han trasladado su atención desde la “cantidad” de desarrollo hacia la preocupación por su calidad. Del desarrollo económico, hacia la calidad de vida.
Desarrollo sostenible:
Un desarrollo que “satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades” (World Commission on Environment and Development 1987: 8).
La liberalización de las economías nacionales ha venido frecuentemente acompañada por conjuntos de medidas macroeconómicas de estabilidad centradas en el control de la inflación, en la reducción del déficit y la deuda fiscal, y en el impulso de los tipos de interés bajos para impulsar la inversión a largo plazo.
Exclusión de un gran número de trabajadores poco cualificados y a la expansión de la economía informal, tanto en el mundo “desarrollado” como en el mundo “en vías de desarrollo” (Schneider y Enste2000). Como consecuencia, la economía que emerge del proceso de globalización se caracteriza por una mayor polarización social y geográfica.
Regiones industriales intermedias:
El segundo grupo de territorios que parecen aprovecharse de la mayor movilidad de los factores de producción alrededor del mundo es el de las regiones industriales intermedias.
Este tipo de área combina, con frecuencia, ventajas derivadas del coste de la mano de obra respecto de las áreas centrales con ventajas derivadas de la disposición de mayor capital social y accesibilidad que las regiones periféricas. Todo ello las convierte en localizaciones atractivas para nuevas inversiones industriales.
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Regiones turísticas: Entre las regiones del mundo en desarrollo que han conseguido encontrar su nicho de mercado en la economía globalizada se encuentran las áreas turísticas.
La globalización ha incrementado la movilidad de la actividad económica. Se ha incrementado sensiblemente las diferencias entre localidades y regionales (Storper 1997). La ventaja competitiva de la que disfrutaron determinados territorios en el pasado como consecuencia de su singularidad o de su proximidad a materias primas está diluyéndose.
En consecuencia, las regiones industriales tradicionales, áreas agrícolas y regiones sin una ventaja comparativa clara encuentran dificultades para captar nuevos mercados y sus empresas pierden con frecuencia cuota en sus propios mercados tradicionales como resultado de la apertura de las economías nacionales a la competencia.
Las regiones agrarias tradicionales han asistido a la invasión de sus mercados por productos más baratos provenientes de regiones tecnológicamente más avanzadas, y áreas con fuerte potencial agrícola deben lidiar con un mercado mundial de alimentos imperfecto y relativamente cerrado (Henson y Loader 2001).
Las regiones agrarias tradicionales han asistido a la invasión de sus mercados por productos más baratos provenientes de regiones tecnológicamente más avanzadas, y áreas con fuerte potencial agrícola deben lidiar con un mercado mundial de alimentos imperfecto y relativamente cerrado (Henson y Loader 2001).
Las diferencias existentes en la capacidad de las regiones para adaptarse al nuevo contexto económico están conduciendo a una mayor concentración de la actividad económica y de las riquezas, en un número reducido de regiones en cada país, y a un incremento de la divergencia económica en el seno de cada Estado.
(70s -80s) México buscó la reducción de las desigualdades económicas internas, pero la apertura de las fronteras del país al comercio desde 1985 (TLC,1994) condujeron a una creciente concentración de la actividad económica en la ciudad de México y en los estados fronterizos con Estados Unidos (Sánchez-Reaza and Rodríguez-Pose 2002).
Bajo el contexto de la globalización, la disputa por atraer y retener la movilidad del capital y el trabajo ha conducido a que las localidades y regiones estén ahora en competencia directa entre ellas.
La existencia de tal competencia territorial ha centrado su atención en la ‘competitividad’ de las economías locales y regionales, al tiempo que las instituciones intentan ofrecer condiciones que atraigan y consoliden la inversión.
Lo que realmente importa hoy en día son dos órdenes de factores y procesos: en el enfoque agregado, macroeconómico, los rendimientos crecientes relacionados con los procesos de desarrollo acumulativo y la aglomeración de las actividades.
Las guerras de ofertas, presentadas por los gobiernos estatales como su principal —y prácticamente única— estrategia de desarrollo, son una pérdida de tiempo, ya que no conllevan un correspondiente incremento significativo en el bienestar a nivel local o nacional.
¿Cuáles son las opciones para las personas, las empresas y las comunidades en las localidades y las regiones que se enfrentan a la nueva situación económica?
En una economía capitalista global, un incremento de la capacidad de respuesta y ajuste a los nuevos retos globales, necesariamente implica dotar a los individuos, empresas y territorios de los factores que les permitirán ubicar sus habilidades, productos o servicios en la localización del mercado global y para competir con otros.
No existe una única estrategia universal que pueda ser aplicada a cada área o región, con independencia del contexto local. La mera reproducción de políticas de desarrollo en contextos diferentes tiene más a menudo poco, por no decir ningún, impacto en la generación de desarrollo local y regional sostenible, generador de empleo a largo plazo (Storper 1997).
Las tradicionales políticas top down, cuyo objetivo es conseguir el desarrollo económico, se han diseñado bajo el mismo patrón. Políticas centradas en el lado de la oferta, tanto en conseguir la provisión de infraestructuras para el desarrollo económico, como para la atracción de industrias e inversión extranjera directa, de empleo a largo plazo (Storper 1997).
El segundo eje fue estructurado en torno a las políticas top down, basadas en la industrialización. La introducción o atracción de grandes empresas a áreas con tejidos industriales débiles, combinado con otras políticas de desarrollo.
Las inadecuadas estructuras económicas e institucionales locales, representaron una barrera a la creación de redes de proveedores locales en torno a grandes empresas ‘importadas’, siendo el principal objetivo de esta política (Trigilia 1992). Como consecuencia, la mayoría de estos grandes complejos industriales permanecieron detraídos de sus entornos locales.
El Segundo factor interno, tras el fracaso de las políticas de desarrollo tradicionales, ha sido la tendencia a reproducir políticas estandarizadas en diferentes áreas del mundo. Las políticas que habían sido consideradas exitosas en casos específicos, se han transferido e implementado prácticamente sin cambios, en diferentes contextos nacionales, regionales o locales.
White y Gasser (2001) establecen cuatro rasgos que caracterizan las estrategias de desarrollo local y regional: requieren participación y diálogo social; están basadas en el territorio; implican la movilización de los recursos locales y las ventajas competitivas; y emanan y están dirigidas localmente.
La iniciativa de la estrategia de desarrollo, por tanto, se lleva a cabo a escala local o regional, o con un fuerte apoyo local y/o regional.
Involucrar a los actores locales y regionales en el diseño e implementación de las estrategias de desarrollo local y regional implica un mayor grado de coordinación vertical y horizontal entre todos los actores.