Todo funciona de acuerdo a su diseño. Tu auto funcionará bien si conduces de acuerdo a las instrucciones dadas en el manual. Pero si haces trucos como girar la dirección 90 grados a 200 kilómetros por hora, se estrellará.
Esto también se aplica a nosotros los seres humanos. Si vivimos nuestra vida de acuerdo a como fue diseñada por Dios, vamos a tener gran satisfacción. Sin embargo, si no lo hacemos, vamos a tener problemas.
“Pero uno ha testificado en un lugar de las Escrituras diciendo: "¿Que es el hombre para que Tú te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que te intereses en él? Lo has hecho un poco inferior a Dios...” (Hebreos 2:6-8 NVI).
Fuimos hechos un poco inferiores a Dios: “Lo has coronado de gloria y honor, y lo has puesto sobre las obras de Tus manos; todo lo has sujetado bajo sus pies. Porque al sujetarlo todo a él, no dejó nada que no le sea sujeto. Pero ahora no vemos aún todas las cosas sujetas a él” (Hebreos 2:6-8 NVI).
Fuimos hechos un poco inferiores a Dios: “Digo: ¿Qué es el hombre para que Te acuerdes de él, Y el hijo del hombre para que lo cuides? ¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que Dios, Y lo coronas de gloria y majestad! Tú le haces señorear sobre las obras de Tus manos; Todo lo has puesto bajo sus pies” (Salmos 8:4-6 NVI).
“Jesús les respondió: "¿No está escrito en su Ley: 'Yo dije: son dioses'? Si a aquéllos, a quienes vino la palabra de Dios, los llamó dioses, (y la Escritura no se puede violar), ¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, ustedes dicen: 'Blasfemas,' porque dije: 'Yo soy el Hijo de Dios'?” (Juan 10: 34-36).
“Porque en Él vivimos, nos movemos y existimos, así como algunos de los poetas de ustedes han dicho: 'Porque también nosotros somos descendientes de Él'” (Hechos 17:28).
Dios nos adoptó como sus hijos. “Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adoptarnos como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad” (Efesios 1: 4-6).
“En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos también nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17)
Dios es un Dios de relación. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven una vida compartida, una vida de comunión. Viven vidas centradas en otros, vidas donde dan el uno al otro libremente y sin condiciones.
Ellos aman, adoran, deleitan y dan gloria uno al otro. Ellos viven en absoluta libertad y sin miedo, amenazas, ni obligación. Ellos viven en perfecta paz, unidad y armonía. En definitiva, viven la vida más plena posible.
“Él [Jesús] es el resplandor de Su gloria y la expresión (representación) exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1: 3).
Se relacionó libremente con las personas, incluyendo a los despreciados recaudadores de impuestos, prostitutas y pecadores y fue misericordioso, compasivo, paciente y amable.
Jesús no tuvo miedo, ansiedad o depresión. Sirvió a las personas de buen agrado y sin quejas ni protestas. No odiaba, despreciaba o se vengaba de nadie, ni tampoco controlaba ni manipulaba a la gente.
Dios nos diseñó para vivir como Él. Para vivir una vida compartida, una vida que ama, honra y se deleita con los demás, y para vivir en unidad y armonía compartida.
Dios es amor y esa es su principal característica. Todos los otros atributos como el poder, la sabiduría y el conocimiento son características secundarias. Sólo el amor define a Dios, no los otros atributos.
“Haya, pues, en ustedes esta actitud (esta manera de pensar) que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que Se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2: 5-8).
Nosotros estamos diseñados para vivir así. Amar a la gente es la clave, porque cuando amamos a los demás, realmente vivimos como Dios. Cuando comenzamos a amar a la gente, comenzamos a experimentar su estilo de vida.
El apóstol Juan nos dice: "Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios; y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:7-8).
En la parábola de las ovejas y cabras, Jesús nos dice que las buenas obras que hemos hecho a uno de los más pequeños de nuestros hermanos y hermanas lo hemos hecho a Él (Mateo 25:40). Eso es porque ellos viven, se mueven y tienen todo su ser en Dios, como todos nosotros.
Pero gracias a Dios por enviar a su hijo Jesús para restaurar nuestro estado original antes de la caída. A través de su vida encarnada, muerte y resurrección, nos ha restaurado por completo a nuestra inocencia intachable. Es un hecho. Dios nos está invitando a venir y degustar su estilo de vida.
De las noticias del día, es obvio que la mayoría del mundo no vive de acuerdo al diseño de su vida y así, ellos no experimentan la calidad de vida de Dios.
Es por eso que necesitamos a Jesús morar en nosotros, motivarnos y darnos el poder de manifestar su vida en nosotros, que es precisamente lo que vino a hacer.
Muchos hoy en día hacen peregrinaciones a sitios "sagrados" o visitan santos con poderes sobrenaturales para encontrar a Dios. Pero el apóstol Pablo nos dice que Dios no habita en templos hechos por manos humanas o es servido por manos humanas (Hechos 17:24-25).
El apóstol Juan nos dice: "...la morada de Dios es ahora entre el pueblo, y él morará con ellos. Y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”.
Una vez más, nos dice: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apocalipsis 21:3).
y “Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Cristo, y ustedes han sido hechos completos (han alcanzado plenitud) en Él” (Colosenses 2: 9-10), “Porque en él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser" (Hechos 17:28).
Emmanuel significa Dios con nosotros. Jesús no está en algún lugar lejano ni es una realidad futura. El Jesús resucitado ha tomado morada en nosotros, en nuestro interior, en nuestro corazón.
Juan nos dice: "...la hora viene, y ahora es [la realidad actual], cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque el Padre busca tales adoradores que le adoren" (Juan 4:23).
Una vez más, escribe: "De cierto les digo, que la hora viene, y ahora es, cuando los [espiritualmente] muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan vivirán" (Juan 5:25).
La religión nos da la ilusión de demora y distancia. Nos dice que Dios está en algún lugar y tenemos que esperar a que venga a resolver nuestros problemas. Pero el Evangelio nos dice que él está justo aquí con nosotros, en nuestro corazón y es accesible 24/7.
Muchos tienen la idea de que Jesús vino a dar un buen ejemplo a seguir. Pero eso no es correcto porque, si fuera así, estaríamos en una situación desesperada. Nunca seríamos capaces de vivir de acuerdo con su ejemplo o alcanzar su justicia, no importa cuánto nos esforcemos.
La verdad es que Jesús vino como nuestro representante, no como nuestro sustituto. Él no vino a dar un buen ejemplo para nosotros, sino más bien, vino como un ejemplo de nosotros. No vivió para nosotros, sino que vivió como nosotros. Hay una gran diferencia y la comprensión de esta diferencia nos hará libres del temor, la preocupación y el estrés innecesarios.
Cuando Dios creó a Adán y Eva los bendijo con todo lo que necesitaban para una vida abundante pero Satanás les mintió.
Les dijo que les faltaba algo, que no eran como Dios, y que podrían llegar a ser como Dios si comían del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal.
El pecado comprometió la imagen y semejanza de Dios en nosotros, pero Jesús nos ha redimido y restaurado totalmente a nuestra inocencia intachable originales.
Al permitir que su vida fluya a través de nosotros, podemos amar a toda la gente, incluso a los enemigos, y eso es lo que significa vivir de acuerdo al diseño de Dios.
A muchos hoy en día le encantaría vivir como millonarios, famosos, o personas de gran sabiduría, poder o influencia. Pero Dios quiere que vivamos una vida de mucho mejor calidad que ellos. Él quiere que vivamos como él.