Los seres humanos somos notablemente sociales. Desde que nacemos el instinto de vivir en sociedad forma parte de nuestros códigos genéticos y de los sentidos de conservación. Podemos sentirnos rechazados o discriminados por razones de raza, género, edad, nacionalidad, sexo, religión o por otras condiciones políticas, económicas y sociales.
Algunos de sus motivos:
- Tienen un concepto negativo de sí mismos porque nunca se sintieron completamente aceptados en sus familias.
- Han tenido una experiencia traumática de rechazo; por ejemplo, burlas continuas por algún defecto físico en la niñez; abandono.
- Se sienten inseguros en su identidad personal; por ello, no tienen confianza en sí mismos.
- Nunca se han expuesto a maneras no confrontativas de manejar las discusiones y el desacuerdo.
- No tienen las habilidades sociales necesarias para adaptarse a un grupo de referencia.
se puede definir como el conjunto de conductas que realiza una persona por miedo al rechazo, por necesidad de sentirse aceptado y respaldado, y por temor a que nadie lo/a quiera. En definitiva, por una necesidad imperiosa de seguridad.
El dolor del alma, el dolor psicológico, sacude al organismo igual que el dolor físico. Cuando una situación de rechazo se hace presente, el proceso de reacción y sanación de esta herida psicológica se da prácticamente igual al de una herida física. Si este rechazo incluye odio e ira, se agravará el dolor, tal y como si una herida física se infectara.