Lenguaje de máquina: Instrucciones en binario ejecutadas directamente por la CPU. Muy eficiente, pero difícil de escribir y específico de la arquitectura del hardware.
Lenguaje ensamblador: Usa mnemónicos en lugar de binario, proporcionando control preciso sobre el hardware. Menos legible y específico de la arquitectura.
Lenguajes procedurales: Como C y Pascal, basados en secuencias de instrucciones y funciones. Estructurados y fáciles de seguir, pero menos flexibles para reutilización de código.
Lenguajes orientados a objetos: Como Java y C++, utilizan objetos para encapsular datos y métodos. Promueven la reutilización de código y diseño modular, aunque más complejos de aprender.
Lenguajes funcionales: Como Haskell y Lisp, basados en funciones matemáticas sin estado mutable. Facilitan la paralelización y depuración, pero menos intuitivos.
Lenguajes lógicos: Como Prolog, basados en reglas lógicas y hechos. Ideales para inteligencia artificial, aunque menos comunes y más difíciles de aprender.
HTML: Estructura y presenta contenido web. Esencial y fácil de aprender, pero solo para organización de contenido.
XML: Define documentos con estructura jerárquica para intercambio de datos. Flexible, pero verboso y complicado para grandes volúmenes.
JavaScript: Añade interactividad a páginas web. Versátil y fácil de aprender, ejecutable en cliente y servidor.
PHP: Scripting del lado del servidor para web dinámica. Interactúa con bases de datos, ampliamente soportado.
Python: Scripting general, usado en web, ciencia de datos y automatización. Sintaxis clara y versátil.